En la sesión de hoy, por cierto muy interesante y motivadora como todas las
demás, hemos visto como se traduce en la práctica un proyecto CLILL.
Habíamos hablado en otra asignatura del máster de esta tipología de enseñanza bilingüe y en una entrada del blog de hace unos meses me había
mostrado algo escéptica acerca de la validez de impartir otra asignatura en un
idioma extranjero.
Pues bien, tras una sesión “practica” y una interesante
discusión con Ana, creo que mi perspectiva ha cambiado porque ahora confío en
que la metodología Clill sí puede ser válida, siempre y cuando concurran varios factores que pasaré a describir a continuación.
En primer lugar hace falta una “competencia emprendedora” por parte del
docente que decide dar el salto e impartir su asignatura en L2. Considero que se
trata de reto importante por el docente que tiene que plantear una lección de
física o historia teniendo en cuenta no solamente los contenidos a impartir, sino
también la comunicación de dichos contenidos en una L2; de ahí que tendrá que
asumir que el significado prima sobre la forma y que, por lo tanto, el
aprendizaje de la lengua se produce de forma incidental.
Este concepto,
conocido y aplicado por muchos docentes de L2 puede que no sea lo habitual para los docentes de otras asignaturas que, como he dicho, tendrán que
replantear, en la mayoría de los casos, su forma de dar una clase en L2. Y es
aquí cuando entra en juego el docente de L2 que se halla como una especie de “mentor”
que acompaña, monitoriza, guía y facilita la labor de su compañero/a.
Todo lo que nos ha contado Ana, desde las actividades que realiza en clase con los alumnos de
la sección bilingüe, hasta la colaboración que ha establecido con la compañera de
matemáticas, me parecen elementos fundamentales para que el proyecto
Clill sea un éxito.
Si ambos profesores trabajan en la misma dirección, si hay colaboración, intercambio
de materiales e ideas, puesta en común de conocimientos, estrategias, etc. los
alumnos podrán sacarle provecho a este nuevo tipo de enseñanza.
Pero ¿es esta la realidad de nuestros centros? ¿Cuantos docentes hay como
Ana que se comprometen hasta el punto de dedicar tanto tiempo y esfuerzos a
estos proyectos?
A esta pregunta no puedo responder – y tampoco quiero caer en la crítica
fácil hacia el profesorado – entre otras cosas porque no soy profesora de
secundaria y por lo tanto hay dinámicas que se me escapan.
Sin embargo, confío en que seamos capaces de mejorar la situación de la
enseñanza en Galicia y en España, gracias también a todo cuanto nos han enseñado Ana y Luz, dos fantásticas docentes que aman su trabajo y que trasmiten pasión por lo que hacen. ¡Gracias!